En alguna parte de la costa norte de Puerto Rico, el cantante se encuentra en un modesto Airbnb con paredes blancas y un techo cubierto de hierba falsa. En el interior, la joven superestrella de la isla lucha contra el aburrimiento como puede. Estamos a mediados de marzo, días después de que la gobernadora de Puerto Rico, Wanda Vázquez Garced, ordenara a los residentes permanecer en sus casas debido a la pandemia del coronavirus. Benito Antonio Martínez Ocasio, conocido mundialmente como Bad Bunny, vivirá aquí hasta que pueda empezar la construcción de su casa de campo de ensueño. “El puto coronavirus llegó y me encerró”, comenta inexpresivo, como un adolescente enojado al que obligaron a estar en su habitación durante las vacaciones. “La gente cree que estoy pasando la cuarentena en una enorme mansión con piscina”.
Incluso en Zoom, Martínez está tan a la moda como siempre: unas cadenas de oro y de perlas rodean su cuello, con un pequeño querubín de oro, una cruz y un colgante de la Virgen María sobre una camiseta con la cara del luchador de la WWE Sting. Tiene un gorro y unas gafas Gucci gigantescas. “Siempre me veo lujoso”, dice.
Entonces, ¿cómo pasa la cuarentena una de las estrellas pop más grandes del mundo? Hace ejercicio en su gimnasio casero, intenta comer saludable, y escribe en un chat grupal llamado Mafia, que incluye a su asistente/diseñador de mercancía Janthony y a su colega y amigo Residente. Los dos MCs se preocupan sobre los posibles síntomas del coronavirus; afortunadamente, ninguno de los dos parece estar enfermo. “Es un hipocondríaco, como yo”, explica Martínez sobre Residente. Benito, quien se ha vuelto cada vez más abierto sobre la política puertorriqueña en los últimos años, también ha expresado su disgusto por el manejo de la pandemia en el país. En respuesta a la falta de ruedas de prensa de Vázquez durante la crisis, el artista llamó al gobierno “una manada de payasos” en un trino.
Está refugiado en el Airbnb con su novia de toda la vida, una diseñadora de joyas de 26 años llamada Gabriela Berlingeri. Se la pasan en el techo en vestidos de baño, tomándose selfies, y ven muchas películas, incluyendo varias de Toy Story. En un momento, Martínez comienza a crear sus propias historias de juguetes, ambientadas en la época del coronavirus, y las transmite en Instagram. Sentado en la alfombra con las piernas cruzadas, reúne un grupo de figuras de la amada franquicia de Pixar e imita a la perfección sus voces en español. Cuando Woody, el sheriff, da fe del transporte de 40 rollos de papel higiénico, el perro Slinky se burla: “Woody, ¿cuántos culos tienes?”. El cantante explica que sus películas favoritas son las de dibujos animados: “Una de mis metas es ser la voz de un personaje animado en español”.
Como la mayoría de nosotros, las emociones de Martínez durante el encierro cubren todo el espectro. “La verdad es que todo esto me ha angustiado, pero la estoy pasando bien”, dice. En febrero lanzó su segundo álbum, Yo Hago Lo Que Me Da La Gana, que se convirtió en el LP en español que más alto ha llegado en los listados estadounidenses. Estuvo con Jennifer Lopez, Shakira y J Balvin en el show de medio tiempo del Super Bowl, y luego fue a México, donde empezó a grabar sus escenas para la serie de crímenes de Netflix Narcos: Mexico, antes de que se detuviera por la pandemia. “¡Quizá necesitaba un descanso!”, comenta junto a un suspiro.
No descansó mucho tiempo. Unas semanas después de nuestra primera conversación, Martínez y Berlingeri grabaron una nueva canción, En casita, una balada cursi sobre querer visitar a un amante durante la cuarentena. Un mes después, Bad Bunny escarbó su baúl de canciones sin terminar de YHLQMDLG para lanzar sorpresivamente Las que no iban a salir, una colección de 10 temas.
Primero, Martínez reprodujo las canciones en una transmisión en vivo por Instagram, mientras tomaba ron y cantaba con una cuchara de madera como si fuera un micrófono. La mayoría de canciones salieron de las sesiones de YHLQMDLG, pero todavía necesitaba pulir unos versos. Martínez convocó a leyendas del reggaetón como Daddy Yankee y Nicky Jam, quienes grabaron las colaboraciones desde sus propias casas. Y luego, le envió las canciones a La Paciencia, su ingeniero de sonido, y terminó sus voces en dos días. “No tenía ningún significado real”, dice. “Solo pensé: ‘Mierda, la gente necesita entretenimiento’”.
Martínez lanzó el álbum el Día de la Madre, en medio de la cuarentena. Tras una hora de su estreno, escuché la canción con Don Omar, Pa’ romperla, a todo volumen en una lancha de carreras que atravesaba la Bahía Vizcaína de Miami. “¡Rompiéndola en las calles y en el agua!”, dice Bad Bunny cuando repaso la escena.
Algo parecido al lanzamiento apresurado, pero espectacular, de su debut X 100pre en la nochebuena de 2018. Fue su intento de llamar la atención de los nuevos oyentes de la música latina a través del trap, reggaetón, dembow, synth pop, e incluso pop punk, con la ayuda de embajadores anglófonos como Diplo y Drake. Por otro lado, YHLQMDLG es un retrato de Puerto Rico de Bad Bunny: sin filtro y sin traducción para extraños, con la ayuda de los queridos Daddy Yankee, Ñengo Flow y Jowell y Randy, así como el favorito de culto Yaviah.
El álbum es un megamix de reggaetón y trap, inspirado en los sets de los DJs en marquesinas o fiestas de garaje al comienzo de la década. “Es el álbum que hubiera querido hacer cuando tenía 16 años”, dice Martínez, de 26. “Yo no los llevé de vuelta en el tiempo; yo traje de vuelta todas esas cosas de épocas pasadas”.
Bad Bunny alcanza su máxima rareza en el álbum con canciones como Safaera, que detalla una noche de coger en un Audi (y definitivamente no en un Honda). La canción tiene su propio meme viral: el abuela challenge, en el que los fans graban a sus abuelas al escuchar la frase: “Si tu novio no te mama el culo, pa’ eso que no mame”, lo que generó el escándalo de cientos de abuelas a través de TikTok latino. También le sucedió a la mamá de Bad Bunny: “¿Dónde oíste eso?”, Martínez imita la voz de su madre al escuchar las rimas más vulgares. “Le pedí perdón, ella sabe que tengo un buen corazón”.
YHLQMDLG es un recordatorio de que Bad Bunny es un nuevo tipo de superestrella latina. Fiel a su lema de vida y título de álbum, el Conejo Malo hace lo que quiere y da frutos. Se ha presentado en estadios y coliseos y ha acumulado más de tres mil millones de reproducciones solo en EE. UU., según Alpha Data. A diferencia de las estrellas crossover, desde Ricky Martin hasta Enrique Iglesias, Martínez lo hizo sin tener que cantar en inglés o firmar un contrato con una disquera importante; es un rapero independiente con un estilo raro y único, ya sea por la fusión de sus sonidos o por la fusión de sus atuendos (hablaremos de esto más adelante). Es un nuevo tipo de superestrella latina, hecho a la medida para una generación de oyentes con mente abierta.
Martínez atribuye su ascenso a la incorporación de la música urbana, una categoría que abarca el reggaetón, el trap y el rap en español. “La música urbana está en su mejor momento cuando se trata de números”, dice, citando éxitos globales, como Despacito, que prepararon el terreno para su llegada. “Un reggaetoncito se tomó el mundo y se hizo muy popular”, comenta el cantante. “Eso está bien, no estoy criticando ese estilo de canción, pero el reggaetón callejero, el reggaetón original, el perreo… merece un espacio en el mundo pop”.
No es coincidencia que el ascenso de Bad Bunny encaje en un momento de agitación en toda América Latina, donde las mujeres se unen en contra del feminicidio; donde las personas LGBTQ combaten el odio al aumentar su visibilidad en la cultura pop y las calles; y donde la gente de todos los colores desafía a los políticos autoritarios y a sus compinches. En lo que latinos, latinas y los que están en el medio respecta, luchan por una sociedad mucho más libre y Bad Bunny escribe canciones para iluminar su camino. Y si estar encerrado durante una pandemia tiene algún beneficio, es que él finalmente tiene tiempo para procesarlo todo.
La mayor parte de los videos musicales de YHLQMDLG son protagonizados por un niño vidente, interpretado por el actor de 12 años Adam Blasco Monrozeau. Navega por los suburbios de Puerto Rico en su bicicleta a comienzos de la década, luciendo un pasamontañas de orejas de conejo para proteger su tercer ojo. Al igual que un Benito más joven, Martínez explica: “Simplemente es un niño diferente a todos. Un grupo de chicos lo molestan y le roban la bicicleta. Pero cuando le roban su gorro, descubren su tercer ojo. Y ahí es cuando los autos comienzan a volar, el cielo se oscurece, y la gente se pone histérica. Así que corre a casa, a su habitación, donde se siente seguro”. (Bad Bunny acuñó imágenes con un tercer ojo —un símbolo, tal vez, de su sexto sentido sobre un éxito— desde que lo vio en una libreta del ilustrador puertorriqueño Sergio Vázquez en 2018).
Desde pequeño, Martínez “siempre tuvo una magia en él”, dice su hermano menor Bernie, de 22 años. “Nació siendo único. Incluso antes de la música, todo el mundo lo adoraba”. Benito era un chico sensible y tímido. “La primera vez que tuvimos unas vacaciones de verano, fuimos a Estados Unidos”, narra el hermano. “Recuerdo que lloró todo el camino desde Puerto Rico hasta la casa de nuestros abuelos, porque le tenía miedo a los aviones”.
Su debut como solista surgió en un concurso de talentos en el bachillerato, donde cantó el éxito de 2002 Mala gente del rockero colombiano Juanes. “No moví ni un solo músculo”, recuerda Martínez riendo, haciendo su mejor impresión de un tablón de madera con la mirada perdida.
Para el descontento de su madre, Martínez dejó el coro de la iglesia a los 13 años y adoptó una nueva práctica espiritual: se quedaba despierto hasta el amanecer, creando ritmos en su computadora e improvisando freestyles para sus amigos del colegio. Si no tenía ritmos frescos, improvisaba sobre salsa. A medida que creció, entretenía a sus vecinos desde su balcón con canciones del gran salsero puertorriqueño Héctor Lavoe, una parte crítica del ADN musical de Bad Bunny. Martínez describe sus fases musicales como temporadas en su vida: hubo una de bachata, una de indie-pop, incluso una de los Bee Gees. “Hubo un tiempo en el que solo escuché a los Bee Gees”, admite. “Bee Gees, Bee Gees, Bee Gees. Y clásicos del rap de la costa occidental”.
Cuando Martínez se inscribió en el programa de comunicación audiovisual de la Universidad de Puerto Rico en Arecibo, sus amigos lo convencieron de crear una cuenta de SoundCloud. Diles, un tema de trap latino de 2016, reveló el potencial de Bad Bunny como una máquina de éxitos: la combinación de su afecto operístico con su ágil juego de palabras y el talento para producir solo. “En una semana tuve un millón de reproducciones”, dice. “Los productores empezaron a llamarme al trabajo. ¡Me tocaba ir al baño a responderles!”.
Benito trabajaba como empacador en un supermercado cuando conoció a Noah Asaad, fundador de la disquera Rimas Entertainment. “Hice que renunciara a su trabajo”, dice Assad, ahora su mánager. Ambos tuvieron la visión de dominar YouTube inundando la plataforma con canciones, remixes y colaboraciones. Assad aseguró el primer acuerdo de monetización de YouTube de Puerto Rico para Rimas, lo que significó que todas esas visualizaciones de YouTube en las canciones de Bad Bunny, se convirtieron en ingresos reales, y eso permitió que Bad Bunny evitara a las disqueras grandes.
En septiembre de 2017, justo cuando el perfil de Bad Bunny llegaba más allá de Puerto Rico, la tragedia golpeó su tierra natal. Estaba de gira por Sudamérica cuando el huracán Irma y el huracán María azotaron a la isla. Se estima que murieron entre 2.658 y 3.290 personas; más de 300 mil viviendas fueron dañadas o destruidas. La familia de Martínez se quedó sin electricidad durante meses.
El cantautor regresó a casa en shock y agobiado de culpa por irse. Muchas canciones que terminaron en X 100pre fueron coloreadas por una depresión tropical. “Habría dado cualquier cosa por haber estado allí en ese momento”, dice.
El huracán lo politizaría de una manera que nunca esperó. En 2018, Martínez entabló una amistad oportuna e influyente con Residente, quien es bien conocido por su ferviente defensa política de izquierda. “Me recuerda a mis amigos de la infancia”, dice Residente, quien es hijo de un abogado y una actriz en Puerto Rico. “Venimos de la misma clase social; tal vez en EE.UU. es como el barrio. Pero venimos de la clase media-baja. Cuando lo veo con sus amigos, me recuerda la forma en que mis amigos solían estar conmigo”.
A principios de 2019, Puerto Rico había estado en recesión por más de una década, en parte debido a la eliminación gradual de los créditos fiscales de los Estados Unidos para las empresas del país. Bajo un gobierno sumido en la corrupción, la isla enfrentó más de 50 mil millones de dólares en pensiones no financiadas, cierres masivos de colegios y un repunte de homicidios. En enero, Bad Bunny y Residente realizaron una visita matutina al gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló, para proponer una auditoría de la deuda de la isla. “Fue bueno para Benito estar allí”, dijo Residente en 2019. “Se está conectando con muchos jóvenes. Pero también es un tipo que cuestiona las cosas”.
“Es un genio creativo”, dice Ricky Martin, quien prestó su voz en X 100pre. “Benito ha reafirmado que la música no tiene fronteras. Creo que la forma en que hace las cosas resuena a un nivel más profundo, independientemente del idioma y las diferencias culturales”.
“Es un viaje estar a su alrededor”, añade Residente. “Con él, he aprendido a ser más abierto. Incluso en las cosas más estúpidas, puedes encontrar arte”.
Bad Bunny progresivamente se está convirtiendo en la veleta cultural de Puerto Rico, incluso cuando todavía está tratando de orientar su propia brújula interna. En los Grammy Latinos de 2019 fue uno de los nominados con mayor posición en los listados, pero fue relegado a las categorías urbanas. Se ha destacado por mantener el reggaetón fresco para una nueva generación de oyentes, y ha ayudado a popularizar el nuevo sonido del trap latino, una adaptación en español del trap estadounidense, sin opacar su brillo. “El reggaetón es un género que ha estado por más de dos décadas”, dijo la noche que aceptó el premio a mejor álbum urbano. “Te guste o no, estamos representando a los latinos en todo el mundo”.
Sin embargo, su relación de buena fe con el gobernador rápidamente se deterioró. Poco después, se filtraron casi 900 páginas de mensajes de texto entre Rosselló, sus ayudantes y varios miembros del gabinete. Conocida como “Telegramgate”, la filtración reveló comentarios despectivos sobre Ricky Martin, la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz Soto, e incluso las víctimas de los huracanes. Además, dos exmiembros de la administración de Rosselló fueron arrestados por el FBI, acusados con 32 cargos por conspiración, fraude electrónico, robo y lavado de dinero. Con Residente y su hermana, iLe, Bad Bunny escribió una canción de protesta mordaz llamada Afilando los cuchillos. “Que todos los continentes sepan que Ricardo Rosselló es un mentiroso incompetente y homófobo”, cantó.
El 22 de julio de 2019, Martínez se unió a Ricky Martin y a más de medio millón de puertorriqueños en una protesta, exigiendo la renuncia de Rosselló. La horda de boricuas enojados detuvo el tráfico en la carretera principal de San Juan. En el techo de un camión, Martínez fue fotografiado ondeando una bandera puertorriqueña y con una máscara negra en la cara; un acto más rebelde de lo necesario. Esa fue su primera protesta política. “Lo primero que me pregunté fue: ‘¿Por qué no lo había hecho antes?’”, reflexiona Martínez. “No fui a hacer nada que tuviera que ver con mi carrera musical. Ese día, Benito estaba allá”. Dos días después, Rosselló anunció su renuncia.
Curiosamente, a medida que la trifecta de crisis políticas, económicas y ambientales alcanzó un punto álgido en Puerto Rico, también lo ha hecho un renacimiento musical, dando lugar a reggaetoneros como Bad Bunny, Daddy Yankee y Ozuna. De este grupo, Bad Bunny ha sido el más enfocado en usar su riqueza y fama para luchar por otros puertorriqueños. “Estoy muy orgulloso de ser puertorriqueño”, dice. “Y el día de la protesta lo sentí… triplicado. Era como un orgullo Súper Saiyan”.
Cuando hablamos sobre si Puerto Rico debe buscar la categoría de estado o la independencia total de los Estados Unidos, Martínez dice que preferiría reflexionarlo por un tiempo: “Me gustaría responder a eso con más claridad”, contesta diplomáticamente. Mientras tanto, Martínez está más centrado en actos tangibles de apoyo a sus compañeros boricuas, como lo hace a través de su fundación Good Bunny, que proporciona juguetes a los niños que viven en la pobreza, entre otros servicios. “Hay toneladas de políticos mediocres”, continúa. “Abusan del país, abusan de su poder. Derrocamos a Rosselló, ¡pero quedan muchos! No vamos a ninguna parte y no tenemos una venda sobre los ojos como las generaciones pasadas”.
En nuestro segundo encuentro por Zoom, Martínez cambió su gorro por una du-rag negra. Han pasado dos semanas de encierro y un poco más desde la última vez que vio a un barbero. “Mi pelo está furioso”, dice, mientras toca su cabeza. Y el Internet también. Bad Bunny acaba de lanzar uno de los videos más escandalosos de su carrera.
Martínez hizo su debut drag para el video de Yo perreo sola. Con un coro junto a Nesi, una cantante puertorriqueña joven y apenas conocida, la canción habla sobre una mujer que quiere bailar sola en una discoteca sin que la molesten los hombres. “Te llama si te necesita, pero ahora está solita / Ella perra sola”, canta Bad Bunny.
El video, dirigido por el fotógrafo de 21 años Stillz, muestra a Bad Bunny posando con un vestido rojo y brillante, botas altas y un peinado mullet. Con el poder de su glamour, telequinéticamente empuja a una horda de hombres hambrientos. En otra escena, está usando una peluca rubia, una boina y un enterizo negro, perreando con la versión masculina de él mismo. Mientras el Conejo Malo y la Coneja Mala bajan hasta el piso, también lo hacen otras mujeres latinas de diferentes razas y géneros. Detrás de ellas se asoma una señal gigante de neón que dice: “NI UNA MENOS”, un eslogan feminista contra la violencia de género. “Escribí la canción desde la perspectiva de una mujer”, revela. “Quería que la cantara una mujer, porque no es lo mismo cuando la canta un hombre. Pero a veces sí me siento como esa mujer”.
Cuando le pregunto a Martínez por qué no incluyó a Nesi en los créditos del álbum, señala que tampoco le dio crédito a Ricky Martin cuando cantó en Caro de X100pre. Su lógica es que Martín cantó una armonía, pero no escribió nada. Martínez dice que le encantaría colaborar con Nesi a futuro en una canción. “Puede escribir sus letras y demostrar su flow. Es muy talentosa”, asegura.
Bad Bunny grabó el video el 7 de marzo en Miami. “Fueron unos días antes de esta locura del coronavirus”, dice Assad. “Pero él [Martínez] fue muy persistente. Me dijo que no le importaba y que teníamos que grabarlo ya. Le respondí: ‘¿Quieres que mueva montañas? Está bien, hagámoslo’”. En la grabación, Bad Bunny se familiarizó con mover montañas por su propia cuenta; pero unas de caucho. Le pusieron sus primeros senos y se vistió como drag desde las tres de la tarde hasta las cinco de mañana del otro día. Para aliviar el dolor de sus tobillos por los tacones, mantenía una silla a su lado. “Siempre he sentido que hay una parte muy femenina en mí”, dice. “Pero nunca me sentí tan masculino como el día en que me vestí como drag queen”.
A pesar de la controversia, Martínez quiere resaltar que la interpretación salió de su corazón. “Lo hice con mucho respeto y con las mejores intenciones”, explica. “No soy gay, pero soy un humano que le importa”. Él conoció la cultura drag cuando uno de sus primos le pidió música para usar en sus shows. “Venía a mi casa para que yo le hiciera mezclas”, dice Martínez. “Me explicaba la coreografía, y todas las canciones eran de Lady Gaga”. Las libertades teatrales de la lucha libre profesional fueron otra influencia clave. “Cada luchador tiene su manera de ser y los respetan. Tienen pelo largo y pueden pintarse la cara, pero son seres muy fuertes y poderosos”.
Después de lanzar el video, Martínez se preparó para una ola de odio en internet. “Sabía que iba a haber comentarios que dijeran: ‘¡Maldito gay! Bad Bunny está acabado’”, dice. Pero en general, sus fans y sus colegas lo apoyaron. “Me encanta el video”, dice Ricky Martin. “Es divertido, sexy y si lo hace Bad Bunny, tiene que ser provocativo”. Martin arriesgó su carrera cuando confesó que era gay en 2010, pero probablemente eso sentó las bases y el escenario para que Bad Bunny fuera libre de muchas maneras, porque en su momento cumbre no podía hacerlo. “La verdad, se ha convertido en un ícono de la cultura queer latina”, afirma Martin. “Ha hecho eco en una generación que está descubriendo su identidad. Es muy refrescante presenciarlo en una industria que es conocida por su machismo”.
Antes de preguntarle a Martínez qué se siente romper las barreras del género en el reggaetón, o por la deslumbrante calidad de sus pechos falsos, abro un clóset del apartamento de mi abuela, donde me quedé varada en Miami. Aunque hace 10 años me proclamé bisexual, la pena de serlo en casa nunca se disipa. Esa es la realidad silenciosa de muchos latinos queer, que se autocensuran para mantener la línea vital de su herencia, de la cual la familia es la pieza clave. Entiendo la ironía, le cuento al cantante, mientras pongo a un lado una pila de vestidos para darle espacio a mi computador. Se ríe, pero también me entiende; él presume ese inconformismo para que nosotros no tengamos que escondernos más.
Martínez retrató un dembow irresistible y pegajoso en Yo perreo sola para que su mensaje se propagara aún más en cada discoteca, fiesta y carro lleno de hombres que abusan de personas como yo en las calles. Y cuando ellos inevitablemente se encuentren con su video en YouTube, él quiere que lo vean en vestido y piensen dos veces antes de molestar a una mujer, o a cualquier persona inconforme con su género.
Bad Bunny sabía que era el momento de tener una posición más definitiva con respecto a la comunidad queer en febrero, después del asesinato de Alexa Negrón Luciano, una mujer transgénero de Puerto Rico. Cuando se presentó en The Tonight Show, Bad Bunny salió al escenario con un blazer rosado, una falda negra y una camiseta conmemorando a Luciano. “MATARON A ALEXA”, decía en su estampado.
“Siento un gran compromiso con la comunidad”, dice Martínez. “Ahora que estamos en cuarentena, se han reportado 108 casos de violencia de género en Puerto Rico. Como ser humano, la violencia contra las mujeres me afecta. Entonces haré lo que esté a mi alcance para trabajar en contra de eso… Mi mensaje no es feminista, sino universal”.
Este mensaje fue justificado a finales de abril, cuando circularon por Twitter una serie de acusaciones de abuso sexual contra su mánager de gira Jesús Hernández (quien no nos respondió para una entrevista). Martínez escribió en Twitter: “En mi vida personal y en mi equipo de trabajo no hay espacio para esos comportamientos, y lo que se tenga que hacer, se hará”.
Mientras hablamos, Berlingeri llama a Martínez a la cocina. Ella le está preparando un salmón con puré de papa. Él prácticamente se traga el pescado. “¿Las personas realmente creen que estoy pasando solo la cuarentena?”, me pregunta. “No, estoy con alguien, y ella es muy especial en mi vida”. Martínez ha salido con Berlingeri desde 2017, pero hasta hace poco lo había mantenido en secreto para sus fans. Su relación se evidenció por un video que él compartió de ella en bikini bañándolo con protector solar. Después de lanzar En casita, Assad le pidió a Berlingeri que tuviera un perfil público de Instagram apropiado; puede que no sea la última vez que escuchemos su voz. “Nadie sabe esto, pero cuando hice Te gusté, la canción con J. Lo., Gabriela grabó unas partes para la voz de J. Lo”.
Martínez conoció a Berlingeri de casualidad en un restaurante de Puerto Rico y desde ese momento han salido. ¿Por qué decidió que fuera público después de tres años de mantener la relación en secreto? En gran parte, por su felicidad. “Estoy feliz con ella. La gente no sabe que ella me ha ayudado mucho en el aspecto emocional cuando más lo he necesitado”.
Como el resto del mundo, Bad Bunny tiene una mirada incierta del futuro. Aunque sus planes de girar se mantienen en el aire, tiene dos shows programados para octubre en el estadio Hiram Bithorn de Puerto Rico. También está a la espera de grabar Narcos a finales de este año. Y, obviamente, ahí también está su casa de campo de ensueño y mucha más música. “Nunca me retiraré de hacer esto”, dice. “Tal vez me retire del ojo público y de las giras, porque estoy cansado y odio viajar. Me encantaría hacer música como cuando tenía 14 años, cuando era mi mejor pasatiempo”.
“Ahora mismo, estoy en el momento más feliz de mi carrera, porque estoy cumpliendo todos mis sueños. No hay un mejor sentimiento que cuando sabes que estás haciendo las cosas bien.”
Fuente: RollingStone.com.ar